Habitación 413 | Rocío Cerón


Biografía

Nació en la ciudad de México, el 19 de junio de 1972. Poeta, ensayista y editora. Estudió historia del arte en la Extensión Universitaria de la Universidad Anáhuac. Cursó parte del diplomado de escritura en la SOGEM. Ha sido coordinadora editorial de Trilce Ediciones, Cubo Editorial y desde 2004 es editora en jefe de Ediciones El Billar de Lucrecia. Es fundadora de Motín Poeta, colectivo de proyectos artísticos interdisciplinarios. En 2004, coordinó y produjo, junto con Carla Faesler, el CD de poesía y música electrónica Urbe Probeta. Becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA en la emisión 1998-1999. Colaboradora —con poemas y ensayos sobre literatura y artes visuales— de Biblioteca de México, Casa del Tiempo, Complot, Crítica, Crónica Dominical, El Ángel, Etcétera, Generación, La Gaceta del FCE, Letras Libres, Origina, Ovaciones en la Cultura, Pauta, Periódico de Poesía; y las revistas chilenas Cyber humanitats de la Universidad de Chile y Matadero. Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2000, en el género de poesía, por Basalto. Ha sido antologada en diversas publicaciones, entre ellas El decir y el ve´rtigo: panorama de la poesi´a hispanoamericana reciente, 1965-1979, Filodecaballos, 2005.

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Que nadie contradiga cuan abierto es el deseo
de estar así, bajo las sábanas de otoño,
mirando destejer del día a las sombras.

Que nadie ose (no mientan, no sean púdicos) decir
que en este lecho de herido no hay gozo,
lascivia, encantamiento.

Que nada irrumpa tan excelso instante, que nada evite
el contacto de la gasa sobre el cuerpo.

Que nadie venga
(¡cómo no odiar a las visitas y sus lánguidos consuelos
y su encendido morbo por la muerte!) a escuchar
la respiración atrofiada, el quejido
—una y otra vez, una y otra vez—
de dolor profundo, oculto.

Que nadie mire este despojo de hombre
—ya flor, ya hierba, ya esqueleto–
agitándose en la arista del recuerdo,
intentando guardar las mieses, el sudor,
la breve valentía de ser presa.

Que nadie roce sus labios, manos,
que nadie toque nada.

No recorran esta habitación, esta ciudad cercada,
huelan sólo la fragancia del espino.


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